Prólogo, por Humberto Maturana:
“¿Por qué nos acosamos y perseguimos unos a otros?, ¿Por qué nuestro mundo está lleno de una infamante inhumanidad del hombre con el hombre y la mujer?, ¿cómo pueden los seres humanos ser tan brutales con los de su propia especie?”
El cáliz y la espada describe el vuelco cultural producido alrededor del siglo V a.C., al término del cual pasamos de unas sociedades en las que la capacidad de dar vida (identificada por el cáliz) era el valor preponderan-te, a otras en las que ese valor dominante lo fue constituyendo el poder de quitar la vida (la espada).
Tal cambio cultural está en la base de cambios igualmente radicales en el papel de la mujer en la sociedad, sometidas a partir de entonces a un modelo organización social en el cual el dominio masculino, la violencia y una estructura social jerárquica y autoritaria serán la norma. El problema no es el hombre como sexo, sino un sistema social donde el poder de la espada se ha idealizado. En el marco de este sistema la violencia contra las mujeres no es, en absoluto, contracultural. Al contrario: la mujer se vuelve necesariamente reposo o trofeo para el guerrero. En ella demuestra que la "guerra de sexos" y la dominación de un género sobre el otro, no son decretos divinos ni están predeterminados por nuestra biología o genética, sino que surgió de la evolución de hombres y mujeres como entidades antagónicas, en un modelo de dominación que excluye el respeto a los otros seres humanos.
Tal cambio cultural está en la base de cambios igualmente radicales en el papel de la mujer en la sociedad, sometidas a partir de entonces a un modelo organización social en el cual el dominio masculino, la violencia y una estructura social jerárquica y autoritaria serán la norma. El problema no es el hombre como sexo, sino un sistema social donde el poder de la espada se ha idealizado. En el marco de este sistema la violencia contra las mujeres no es, en absoluto, contracultural. Al contrario: la mujer se vuelve necesariamente reposo o trofeo para el guerrero. En ella demuestra que la "guerra de sexos" y la dominación de un género sobre el otro, no son decretos divinos ni están predeterminados por nuestra biología o genética, sino que surgió de la evolución de hombres y mujeres como entidades antagónicas, en un modelo de dominación que excluye el respeto a los otros seres humanos.
1 comentario:
Muy bien. La entrada me gusta mucho.
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